Discutir a estas alturas que estamos inmersos en una crisis mundial y al tiempo  galopante no tiene sentido. De hecho está apretando tanto las tuercas que hace que el ingenio se agudice, aquello de “ El que no corre vuela”. Tan es así que medios de pago que pertenecían a épocas pasadas e incluso remotas están cobrando una inusitada fuerza en estos días.

El dinero condiciona la vida de los seres humanos, casi todo en ella está determinada  por nuestra capacidad de endeudamiento,de compra,de ahorro, en definitiva de nuestros ingresos,de nuestra posición económica en la sociedad.

Nos estamo refiriendo al “Trueque” cuya definición en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es:
“Intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención del dinero”.

¿Es posible por tanto que podamos arreglar nuestro televisor sin tener que pagar un solo euro ofreciendo a cambio como moneda de pago nuestro trabajo? La respuesta es afirmativa.

¿Podemos encontrar alojamiento y comida a cambio de cuidar a una señora mayor? Claro que sí como anuncian aquí: Vivienda y comida a cambio de cuidar señora mayor

¿Podemos disfrutar de un período de vacaciones prestando como contrapartida determinados servicios  que satisfagan a ambas partes, sin tener que soltar una sola moneda? De nuevo la respuesta es afirmativa como dice este anuncio

¿Acaso podemos irnos de vacaciones completamente gratis? Este es uno de los clasicos consistente en el intercambio de casas para las vacaciones.

No es nada infrecuente navegando por la red encontrar  portales dedicados al “trueque”, de hecho son muchos los portales y webs que ofrecen este tipo de prestación  comercial.

Sentido común, reciprocidad y confianza mútua son algunas de las premisas que deben imperar en este tipo de transacción, de relación comercial.

Así que ya sabes si eres un manitas de la mecánica pero en cambio eres un desastre como fontanero y quieres probar una forma alternativa de servicios, no lo dudes…el trueque es una buena alternativa.

Y es que el famoso adagio latino “Renovarse o morir” está  plenamente vigente aún en nuestros días.

Nos vamos viendo.